Copa Davis

1926: El año que Argentina trajo la Copa Davis a España (2ª parte)

25 noviembre, 2011
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1926: El año que Argentina trajo la Copa Davis a España (2ª parte)
25/11/2011

(Continuación del artículo publicado ayer)

Sin apenas tiempo para celebraciones, el “match” entre España y Argentina iba a disputarse tan sólo siete días después, con el Secretario de Honor de la Real Asociación de Lawn-Tennis de España, José María Sagnier, ejerciendo como juez de la eliminatoria a petición del propio capitán argentino.

El fair-play entre ambas delegaciones era absoluto, hasta el punto que la prensa local pedía que los aficionados aplaudieran por igual a ambos equipos: “Comprendemos el apasionamiento que produce en el público que uno de los adversarios sea el compañero o el amigo, pero creemos que, haciendo honor a la tradicional hospitalidad de Barcelona y a nuestras excelentes relaciones con la gran nación americana, se aplaudirán por un igual las jugadas de unos y otros”.

ACONTECIMIENTO SOCIAL

Los partidos iban a contar con la asistencia de las mejores familias de la sociedad barcelonesa, además de las primeras autoridades locales, encabezadas por el Presidente del Gobierno, el General Primo de Rivera, que acudió a presenciar parte de la última jornada. También fue invitado el Cónsul General de Argentina, a quien se quería agradecer los agasajos y el entusiasmo con el que fueron obsequiados en el país sureño los “heroicos” aviadores espa-ñoles de la travesía entre Palos (Huelva) y Buenos Aires.

En medio de un ambiente festivo, la eliminatoria se inició el sábado 29 de mayo en las mismas pistas del Real Barcelona Lawn-Tennis Club, con una afluencia de aficionados numerosísima, más de un millar de personas por jornada, que llenó la amplia tribuna del club y obligó al montaje de otra tribuna adicional, propiedad de la Asociación de Lawn-Tenis de Cataluña, que incrementaba en 300 el número de localidades.

La recaudación en taquilla se multiplicó hasta las 4.959 pesetas, con entradas que oscilaban entre las 2 pesetas de general y las 20 pesetas de los palcos, uno de los cuales fue ocupado por el corresponsal del diario La Nación de Buenos Aires, Mario Aguilar. Los responsables de la entidad reconocieron que nunca habían visto en sus pistas a tanta concurrencia de público, y al término de los partidos, la jornada social se cerraba con un té y un baile posterior en la alameda del club.

El presupuesto total de la eliminatoria incluía la impresión de taquillaje y letreros, anuncios en periódicos, el montaje de tribuna y valla, el alquiler de sillas, plantas de decoración, la contratación de música, la compra de las pelotas (que se vendían posteriormente una vez ya usadas), el pintado del nombre de los jugadores, las bebidas, taxis, el pago del taquillero y dos empleados, y el de los chicos recogepelotas, además de los beneficios de la Asociación Española de Tenis, que ascendían a 2753,55 pesetas. El club tuvo que hacer frente también a varios impuestos sobre espectáculos, entre ellos el expedido por la Junta de Protección de la Infancia y Represión de la Mendicidad.

POLÉMICA EN EL EQUIPO ESPAÑOL

En el equipo español, la ausencia de Antonio Juanico generó una cierta extrañeza y polémica tras el buen nivel exhibido en Irlanda. Incluido inicialmente en la lista oficial de jugadores, Juanico excusó su presencia por motivos personales que le obligaban a ausentarse de la ciudad una temporada. La Asociación Española de Lawn-Tenis salió al paso con una nota que no resultó demasiado convincente.

La familia del tenis español vivía momentos de división entre los seguidores del “maestro” Eduardo Flaquer y del emergente Antonio Juanico, que habían protagonizado numerosos duelos en las competiciones locales. Flaquer no había viajado a Irlanda debido a sus ocupaciones, pero su presencia ante Argentina era incuestionable dado su gran nivel, como había reconocido el propio capitán argentino en los días previos.

Dado que Francisco Sindreu iba a jugar también en "singles", Juanico quedaba relegado a un segundo plano para el dobles, algo que sus seguidores no achacaban a razones técnicas sino a cuestiones personales en el seno de la Asociación Española. Para añadir más controversia, José María Tarruella había sido destituido de su cargo de capitán antes de llegar de Dublín, puesto que pasó a ocupar el entonces Presidente de la Asociación Española, y a la vez del Real Barcelona LTC, José Vidal-Ribas.

BUEN INICIO ARGENTINO

Después de tres días de entrenamientos oficiales, la competición arrancó el sábado 29 de mayo de 1926, con buenas sensaciones para los argentinos. Enrique Obarrio se anotó las dos primeras mangas del partido inaugural por 6-4 y 7-5 ante un Flaquer al que se le notaba molesto por el calor de primera hora de la tarde. Pero el que fuera primer tenista español en pasarse al profesionalismo años después, revertió la situación con un juego lento y cerebral, imponiéndose en los tres siguientes sets por 6-0, 6-0 y 6-2, tras encadenar 13 juegos seguidos.

Francisco Sindreu y Guillermo Robson saltaron a la pista a continuación para dilucidar el segundo punto de la eliminatoria, pero la falta de luz obligó a la suspensión del partido a las ocho y treinta minutos, hora acordada previa-mente por los capitanes de ambos equipos, para el término de los partidos. Sindreu dominaba el marcador por dos sets a uno en el momento de la suspensión, aunque con 5-3 en contra en la cuarta manga.

El catalán controlaba el “game” con precisión, ante un jugador argentino que puso de manifiesto una velocidad de piernas formidable y un gran juego de volea, pero que se mostraba más fatigado en el momento del parón. Tras la reanudación al día siguiente, Robson completaba una remontada extraordinaria, imponiéndose por 4-6, 7-5, 5-7, 6-4 y 6-2, gracias a un juego rapidísimo y efectivo, en el que fue un gran partido.

El mismo domingo se disputó también el punto de dobles, con cierto excepticismo hacia el rendimiento del equipo español que iban a formar Raimundo Morales y Eduardo Flaquer. La pareja argentina Robson-Obarrio parecía con más opciones tras su gran actuación ante Hungría, pero Guillermo Robson acusó el cansancio del partido anterior y Eduardo Flaquer volvió a dar muestras de su gran clase, llevando a España a la victoria por 6-4, 9-7 y 6-3.

TRIUNFO ESPAÑOL POR 3-1

Con la ventaja en el marcador, parecía difícil que a España se le escapase el triunfo en la última jornada de lunes. En otro emocionante encuentro a cinco sets, Francisco Sindreu se resarcía de la derrota sufrida el primer día, aunque necesitaba su sexto “match-ball” para doblegar a Enrique Obarrio por 5-7, 6-1, 7-5, 4-6 y 6-3. Sindreu sentenciaba así la eliminatoria a favor de España por tres victorias a una, a pesar de verse descentrado por una decisión errónea del juez José María Sagnier, incansable en la silla durante los cinco partidos. En una muestra más de fair-play y caballerosidad, Obarrio falló intencionadamente el punto siguiente para subsanar el error.

Con todo decidido, y sin la misma expectación del público, Eduardo Flaquer y Guillermo Robson vieron cómo la falta de luz volvía a impedir la finalización de su duelo cuando el marcador indicaba empate a dos sets: 4-6, 6-4, 4-6 y 6-3. Al día siguiente, arreciaron las críticas por la hora a la que había sido fijada el inicio de los partidos, las cuatro de la tarde, ya que en caso de haber sido decisivo el último punto, la eliminatoria hubiera tenido que concluir el martes. También se criticó que, en una competición de la dimensión de la Copa Davis, figurase en el marcador el nombre de los contendientes, “como si se tratara de una competición cualquiera”, en lugar del de los países representados.

La noche de aquel mismo lunes 31 de mayo, una vez concluidos los partidos, el club obsequió a los dos equipos con una cena de gala en su chalet, a la que acudieron 41 invitados. El baile posterior contó también con la asistencia de algunos socios y sus amistades.

La estancia de los jugadores argentinos en Barcelona terminó dos días después, cuando marchaban en el tren de lujo de las 3.10h de la tarde con destino a París, para tomar parte en los Campeonatos de Francia y, posteriormente, en los de Inglaterra, con motivo de las fiestas del cincuentenario de Wimbledon. Cumpliendo con la cortesía propia de la época, acudieron a despedirles los delegados de las Asociaciones de Lawn-Tennis de España y de Cataluña, así como los del Real Barcelona LTC, representantes del Comité Olímpico Español y de la Confederación Deportiva de Cataluña, y otros significados deportistas “deseosos de agradecer a los jugadores argentinos su visita a Barcelona y su bella actuación”.

Antes de su partida, la delegación argentina recibió una bandera de fino paño celeste y blanco, junto a una misiva firmada por los jugadores españoles, en la que rezaba: "En el día de vuestra Patria, os obsequiamos este estandarte con augurios de buen viaje de regreso a Buenos Aires". Los destinatarios del presente se prodigaron en agradecimientos, pero la tela tuvo un final inesperado como relató posteriormente el propio capitán Obarrio: "Apenas lle-gamos al país, le entregamos la enseña al presidente de la Asociación Argentina de Lawn-Tennis, Horacio Bustos Morón, para que fuera exhibida. Pero un par de años más tarde, robaron en la sede y los cacos, que no encontraron dinero, se llevaron la bandera…".

No fue hasta 1931 que Argentina jugó realmente en casa la Copa Davis, en la que sería su segunda eliminatoria como equipo local. Fue del 2 al 4 de abril, en el Buenos Aires Lawn-Tennis Club ante Uruguay, ya en la Zona Americana. El equipo integrado por el propio Guillermo Robson, Ronald Boy, Lucilo Del Castillo y Adriano Zappa, se impu-so en aquella ocasión por 5-0.

DERROTA EN SEMIFINALES ANTE GRAN BRETAÑA

España volvió a jugar como local la siguiente eliminatoria de aquel 1926, la correspondiente a la semifinal de la Zona Europea ante Gran Bretaña, que se jugó dos meses después, del 9 al 11 de julio, de nuevo en la ciudad de Barcelona, aunque con un escenario distinto: las pistas de la Sociedad Sportiva Pompeya.

En los meses previos, se especuló con la posible participación en la semifinal del gran campeón Manuel Alonso, residente entonces en Estados Unidos, a quien la Asociación Española ofreció mil dólares para los gastos de despla-zamiento. Pero su presencia se quedó en deseo, y el equipo formado por Eduardo Flaquer, Francisco Sindreu y Raimundo Morales, no pudo repetir la final Interzonas alcanzada tres años atrás ante Francia. Los españoles perdían por 1-4 ante los padres del lawn-tennis, a quienes habían conseguido derrotar por primera vez en 1923 a domicilio.

Tras aquella primera eliminatoria de 1926, España y Argentina tardaron 77 años en volver a coincidir en Copa Davis. Fue en la semifinal del Grupo Mundial de 2003, jugada en Málaga, donde el equipo formado por Juan Carlos Ferrero, Carlos Moyà, Albert Costa y Àlex Corretja, con Jordi Arrese, Juan Bautista Avendaño y José Perlas como capita-nes, superaba por tres victorias a dos a la Argentina de Agustín Calleri, Mariano Zabaleta, Gastón Gaudio, Lucas Arnold, y el capitán Gustavo Luza.

España perdería la final de aquella edición en Australia, pero volvería a encontrarse a Argentina en la final de 2008, jugada en Mar del Plata donde, esta vez sí, lograba su tercera ensaladera de plata contra pronóstico. Aunque ésa es ya otra historia.

(Fotografías disponibles en el apartado Multimedia / Galería Gráfica)

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